La idea de ordenar horarios o sincronizar nuestro día a día, es una obligación común en cada uno de nosotros. A medida que pasan los años, las responsabilidades nos agobian.
Sincronizar varias actividades como: ir a clases, estudiar, trabajar, la practica, el carrete, el pololo, los amigos, comer, dormir y bla, bla , bla, una larga y pesada lista que debe cumplirse en 24 horas. Ustedes dirán ¿Quéeee, 24 horas?...si señores 24 insuficientes horas, que debemos estirar al máximo, sacrificando ciertas actividades y así dar cumplimiento a lo más importante. ¿Pero qué pasa cuando una de las cosas importantes es trabajar o hacer practica y el “alocado” horario de clases te impide obtener y mantener cualquier trabajillo extra por ahí? Esta situación nos está pasando ahora a nosotros. Nos encontramos atrapados en un gran torbellino de tiempo, espacio y responsabilidad causado por nuestro horario. Tema obligado en la conversación de éste memorable primer día de clases, en el cual la pregunta del millón no sólo fue: ¿Y cómo lo pasaste pa’ las vacaciones?, sino también ¿Cachaste el horario?
En ese momento surgieron variados y emotivos relatos de la realidad cotidiana de cada uno. Realidades distintas, pero no por eso menos importantes, por ejemplo: mi día empieza a las 6:15 de la mañana, mi hijo entra al colegio a las 8:00 y varios días yo también, por lo que debo ir clases y retirarlo a las 3:20 e irme nuevamente a la u porque entramos diversos días a las 3:30, estar con él en la universidad hasta las 18:30 , 19:00 y llegar a mi casa tipo 19:30 horas luego de haber pasado por lo menos 25 - 30 minutos arriba de una micro que transita tranquilamente por coloridas y pintorescas calles de la ciudad; ya son casi las 8 de la tarde y hay que prepararse para el día siguiente, en todos estos quehaceres (lavar, cocinar para el otro día, bañar a mi hijo, estudiar, etc.)… ya son las 23:00 23:30. Y claro, quizás mañana no tengo clases en la mañana, pero ¡ups! me olvide, sí tengo a las 12:30, hasta las 14:00 y después a las 15:30 otra vez, hasta las 19 :00 y por supuesto ¡los sábados la convocatoria es a las 9:30!
Pero no todo es malo, el miércoles lo tengo libre todo el día….entonces ¿porqué no nos buscamos un trabajillo de día miércoles?, si es tanto nuestro problema.
¡Piiiiip!, respuesta incorrecta!, los empleadores que pondrían darnos trabajo un día a la semana (sólo miércoles), con un sueldo medianamente digno, están en extinción y los pocos sobrevivientes se los llevaron los rusos debido a su alto nivel de CI. Por lo tanto, las posibilidades de trabajar para pagar la universidad y hacer práctica profesional en la semana pasarán a ser un sueño frustrado.
Por todo lo anteriormente expuesto, es que debemos aplicar todo nuestro “conocimiento”, ser excesivamente “talentosos” y altamente “geniales” para conseguir sobrellevar este “alocado” horario y verbalizar nuestro querido eslogan.
Eslogan que debemos aplicar en la búsqueda de soluciones concretas y reales, como por ejemplo: cambiar algunas horas de la mañana para la tarde o viceversa y así poder concentrar nuestra actividad académica en un solo bloque, tratando de obtener prolongados lapsos de tiempo “libre”, que nos permitan ejercer otras actividades necesarias para nuestro desarrollo personal y profesional.
Antonieta Contreras R.
Periodismo III